Aunque ya hace más de treinta años autores suecos sugirieron que los betabloqueantes podían ser beneficiosos en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, no ha sido hasta hace unos años que hemos dispuesto de estudios de mortalidad que lo confirmasen.
Los estudios con carvedilol, bisoprolol (CIBIS-II) y metoprolol (MERIT-CHF) han demostrado, reforzando lo ya apuntado en metaanálisis de pequeños estudios, que la administración paulatina y progresiva de betabloqueantes en pacientes en situación estable grado funcional II-IV es bien tolerada y consigue reducciones de la mortalidad del orden del 30 %.
Otros estudios han demostrado que el beneficio es extensivo a pacientes con disfunción ventricular asintomática. El inicio del tratamiento debe ser gradual, comenzando por dosis muy bajas y aumentándolas de forma gradual cada 2-4 semanas. Es posible que el beneficio sintomático tarde en manifestarse, y al comienzo del tratamiento hasta un 10 % de los pacientes puede experimentar reacciones adversas (hipotensión y aumento de los síntomas).