Como en cualquier otro tipo de patología, el objetivo del tratamiento de la angina estable es doble:
- 1. Eliminar los síntomas (mejorar la calidad de vida)
- 2. Prolongar la supervivencia (mejorar la cantidad de vida)
Las armas para la consecución de este doble objetivo, además de la modificación del estilo de vida y de los factores de riesgo coronario, son los tratamientos basados en la revascularización mecánica (angioplastia coronaria transluminal percutánea, ACTP o cirugía de pontaje aortocoronario con vena safena o arteria mamaria) o en agentes farmacológicos.
En el caso de la angina de pecho estable se carece de estudios comparativos del impacto de diversos tratamientos farmacológicos sobre supervivencia. Esta carencia se debe a dos hechos: por una parte, disponiendo de procedimientos terapéuticos no farmacológicos (revascularización quirúrgica o angioplastia) son pocos los pacientes con angina estable -y marcadores de mal pronóstico- que se mantienen con tratamiento médico por periodos prolongados de tiempo. Si se excluye a este subgrupo de pacientes, el pronóstico en los restantes es bueno, por lo que haría falta un elevado número de pacientes seguido durante mucho tiempo para obtener conclusiones. En segundo lugar, sí hay constancia de que la cirugía de revascularización coronaria mejora el pronóstico en pacientes de riesgo; estudios recientes sugieren que la angioplastia coronaria transluminal percutánea puede obtener resultados similares a la cirugía, aunque con una técnica menos agresiva. Todo ello hace que resulte cada vez más difícil reclutar pacientes para realizar ensayos de supervivencia con tratamiento médico.