En mujeres es infrecuente antes de la menopausia, aunque a partir de ese momento la incidencia de cardiopatía isquémica tiende a igualarse con la del varón.
La molestia típica suele desencadenarse con el ejercicio, aunque también con emociones, frío, etc. En otras ocasiones aparece en ausencia de este tipo de desencadenantes, incluso en reposo. El que se produzca isquemia en ausencia de un aumento de los requerimientos miocárdicos de O2 sugiere que el mecanismo de ésta es una disminución inicial del aporte; esto es lo que puede suceder tanto en la angina inestable como en el infarto de miocardio. Cuando el cuadro clínico es estable, se debe con gran probabilidad a vasoconstricción coronaria, cuya máxima expresión es el espasmo coronario, que puede asentar sobre arterias con lesiones obstructivas o angiográficamente normales.
Es importante el recoger el perfil de riesgo del paciente, ya que ayuda a establecer la probabilidad de enfermedad y a interpretar el resultado de las pruebas diagnósticas, además de ser conveniente para fijar luego las medidas oportunas de modificación de los factores de riesgo.
En ocasiones la isquemia no se manifiesta mediante dolor, lo que no es infrecuente en pacientes ancianos y diabéticos, quizá por un déficit neurogénico en la percepción del dolor; entonces la clínica puede consistir en los denominados «equivalentes anginosos», de los cuales el más tipíco es la disnea recortada y súbita que cede con el reposo y con NTG, como expresión de la disfunción ventricular producida por la isquemia al fallar el mecanismo de alarma -dolor- que habría hecho suspender el ejercicio antes de que se llegara a un punto crítico.