Los pacientes con miocardiopatía dilatada pueden cursar sin síntomas durante tiempo, siendo entonces el diagnóstico casual a consecuencia de algún reconocimiento médico de rutina; no es infrecuente que ya entonces exista una importante afectación estructural cardiaca con función ventricular muy deprimida y dilatación ventricular.
Cuando hay síntomas, estos son los de una insuficiencia cardiaca progresiva: disnea, que inicialmente es de esfuerzo, pero que progresa hasta hacerse de reposo, junto con ortopnea y disnea paroxística nocturna; fatigabilidad y, más tarde, edema en zonas declive que deja fóvea.
El tromboembolismo periférico puede constituir la primera manifestación de la enfermedad. La evolución puede adoptar una forma rápidamente progresiva, con elevada mortalidad y en ocasiones necesidad de trasplante cardiaco. En otros muchos casos las manifestaciones clínicas son de evolución más lenta y tienen un mejor pronóstico, sobre todo si la función ventricular mejora con el tratamiento médico.
La exploración física de la MCD es la que se podría esperar en la insuficiencia cardiaca de cualquier otra causa. La presión venosa yugular puede estar elevada, lo que a veces coexiste con hepatomegalia y edema periférico con fóvea, todo ello como manifestación de insuficiencia cardiaca derecha.
La auscultación pulmonar permite detectar la presencia de estertores en bases pulmonares, aunque en los casos poco avanzados la auscultación pulmonar en reposo puede ser normal. La auscultación cardiaca revela con frecuencia un ritmo de galope por tercer ruido y un soplo pansistólico en foco mitral irradiado a axila, propio de regurgitación mitral.