El aumento de la precarga, representada por un mayor llenado ventricular en diástole, es uno de los mecanismos de incremento del gasto cardiaco en función del mecanismo de Frank-Starling. En una curva de un corazón normal en reposo, el aumento del volumen telediastólico se acompaña de un aumento de la eyección ventricular. Durante el ejercicio, la activación simpática modifica la curva, de forma que la contractilidad aumentada hace que se pueda conseguir una mayor eyección con la misma precarga. Pero en ambas situaciones, con un corazón normal, el volumen telesistólico no se incrementa (sí lo hace la fracción de eyección), por lo que no se puede hablar de dilatación ventricular.
La verdadera dilatación ventricular se acompaña, por lo general, de hipertrofia ventricular excéntrica y de cambios en la configuración del ventrículo, que adopta una imagen más esférica. Este cambio de morfología, que puede cuantificarse mediante diversos índices de esfericidad, constituye un factor predictivo de mala evolución, independiente de otros parámetros de función ventricular. La mala alineación de los músculos papilares hace que la esfericidad ventricular favorezca o incremente la insuficiencia mitral. En estos estadios, en que la contractilidad miocárdica está deprimida, la curva de Starling se convierte en una curva aplanada, por lo que la mayor precarga no se traduce en un mayor gasto cardiaco.
La dilatación ventricular en presencia de reducción de la fracción de eyección puede contribuir a mantener el volumen de eyección sistólico, pero tiene importantes consecuencias negativas (aumento de la tensión de pared, dificultad de flujo coronario subendocárdico, insuficiencia mitral progresiva) que hacen que contribuya a la evolución hacia etapas terminales de la insuficiencia cardiaca.
Entendemos por fracción de eyección el porcentaje de volumen telediastólico que es expulsado por el ventrículo en la sístole siguiente. Se calcula mediante esta fórmula:
Vtd es el volúmen telediastólico y Vts el volúmen telesistólico. En circunstancias normales, el valor de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo se sitúa en torno a un 60 % (también se expresa como fracción de la unidad, en cuyo caso sería 0,6). La depresión de la FE puede ser ligera (0,5 - 0,4); por debajo del 35-30 % se considera una depresión severa de la función ventricular. La caída de la fracción de eyección supone que se expulse menos sangre en cada sístole; para compensar esta situación y mantener el volumen minuto existen dos alternativas: aumentar la frecuencia cardiaca (respuesta a corto plazo) o aumentar el volumen telediastólico (respuesta a medio plazo). Este último mecanismo de adaptación, la dilatación cardiaca, es progresivo y puede por sí mismo conducir a la insuficiencia cardiaca.
La fracción de eyección se suele medir mediante un ecocardiograma bidimensional, que también da información sobre si el ventrículo está dilatado o no. En otras ocasiones, para calcular la fracción de eyección, se usa la ventriculografía isotópica con técnica de equilibrio empleando, por lo general, marcadores basados en el tecnecio 99m. La ventriculografía con contraste, que se realiza durante el cateterismo cardiaco, también nos permite conocer la fracción de eyección en los pacientes en los que se ha hecho un cateterismo. Igualmente la resonancia magnética nuclear (RMN) nos permite medir este parámetro con fiabilidad y con una variabilidad menor que el ecocardiograma.