Se admite que las dos causas más frecuentes de insuficiencia cardiaca son la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica, seguidas de las enfermedades vasculares (miocardiopatías), etc. Sin embargo, en la mayoría de los casos es difícil atribuir la IC a una causa única, pues existe solapamiento de varias causas. Por ejemplo, la hipertensión arterial puede ser un factor de riesgo para padecer un infarto y, al mismo tiempo, causa intrínseca de insuficiencia cardiaca.
La importancia relativa de estas etiologías varía con la población estudiada y la época. Por ejemplo, en el estudio de Framingham la hipertensión como causa aislada de insuficiencia cardiaca representaba un 70 % de los casos, lo que parece excesivo; quizá se deba a que, dado el carácter no invasivo de los medios de diagnósticos empleados, se hayan dejado sin detectar numerosos casos de cardiopatía isquémica. En todo caso, en ese estudio la importancia relativa de la hipertensión y de la enfermedad valvular se ha reducido de forma marcada a partir de los años 50, al mismo tiempo que aumentaban las enfermedades coronarias y la diabetes mellitus.
Es posible que la menor representación de la hipertensión como causa de insuficiencia cardiaca se deba a una mejor detección y a un mejor tratamiento. Por ejemplo, los estudios SHEP, Systolic Hypertension in the Elderly Program , y STOP-Hypertension, Swedish Trial of Old Persons With Hypertension, consiguieron reducciones de un 55 y 51 % respectivamente en la incidencia de insuficiencia cardiaca entre los hipertensos tratados frente a los no tratados.