La prevención cardiovascular se basa en las siguientes premisas:
- La enfermedad cardiovascular constituye una verdadera plaga de la sociedad del siglo XXI.
- Se conocen los principales factores de riesgo que favorecen la aparición de este tipo de enfermedades.
- Se cuenta con medios efectivos para modificar dichos factores de riesgo.
- La modificación de los factores de riesgo se sigue de una reducción de la morbimortalidad cardiovascular.
Se calcula que más del 50 % de la reducción en la mortalidad cardiovascular observada en los países occidentales se debe a la prevención, mientras que solo el 40 % se debe a los avances en el tratamiento.
Desde el punto de vista del sustrato sobre el cual actuamos, debemos distinguir la prevención primaria (la que efectuamos en individuos sanos, para que no padezcan la enfermedad) de la prevención secundaria (la que efectuamos en pacientes que ya han presentado manifestaciones de la enfermedad, para evitar recurrencias). Según algunos autores, esta distinción pierde su sentido si la sustituimos por situaciones de alto o bajo riesgo. Este concepto de nivel individual de riesgo es importante, por cuanto la eficacia de las estrategias dirigidas a modificar los factores de riesgo se mide en reducciones relativas de riesgo, de manera que la reducción absoluta –y por tanto la rentabilidad de la intervención– depende del riesgo basal.