Las medidas generales en la insuficiencia cardiaca se centran tanto en alcanzar un adecuado nivel de actividad física como en la dieta. En grados avanzados de insuficiencia cardiaca suele recomendarse el reposo en cama, con objeto de adecuar el consumo de oxígeno a las posibilidades de gasto cardiaco. Esta medida favorece la reabsorción de los edemas y aumenta la diuresis por mecanismos poco claros; sin embargo, como contrapartida, aumenta el riesgo de fenómenos tromboembólicos. Por otra parte, contribuye a las alteraciones en la musculatura esquelética, responsables, en parte, de la sintomatología de los pacientes. Por todo ello, en la actualidad se tiende a recomendar cierto grado de ejercicio incluso en pacientes muy sintomáticos.
Recomendaciones sobre ejercicio físico en la insuficiencia cardiaca
- Aprender a respirar correctamente: inspirar profundamente sintiendo que el aire, al entrar, presiona el abdomen mientras llena totalmente los pulmones. Sentir cómo van relajándose los músculos poco a poco con la espiración.
- Realizar un pequeño calentamiento antes de comenzar, caminando despacio, moviendo los hombros y brazos, y estirándose suavemente.
- Elegir un ejercicio aeróbico fácil de realizar: caminar, pasear en bicicleta o nadar.
- Dependiendo de la capacidad del paciente, comenzar por periodos de ejercicio de duración de entre 5 y 30 minutos, repitiendo de dos a tres veces al día. Mientras se realizan, debe notarse una sensación agradable que permita hablar sin entrecortar las palabras y sin llegar a la fatiga.
- Realizar pequeños ejercicios para mantener el desarrollo muscular: apretar suavemente una pelota blanda con las manos, realizar flexiones de los codos en series que no resulten fatigantes, varias veces al día; subir y bajar los brazos a ambos lados del tronco por encima de la cabeza; mover los hombros arriba y abajo, y rotarlos hacia delante y atrás; estirar suavemente la espalda.
- Mantener la respiración rítmica, sin retenerla, durante la realización de estos ejercicios.
- Hacer estiramientos suaves al finalizar el ejercicio.
- Evitar el ejercicio a temperaturas extremas y cuando la humedad relativa del aire sea elevada.
En cuanto a la dieta, el aspecto más importante es la restricción de sal con objeto de reducir la retención hídrica.
Esta restricción salina debe mantenerse incluso si se están empleando diuréticos tiazídicos o de asa; en efecto, la acción de éstos dificulta la reabsorción de cloro y sodio a nivel del asa de Henle, pero el exceso de contenido sódico en el filtrado es objeto de reabsorción activa en las porciones distales de la nefrona intercambiando el sodio por K+ y H+, lo que produce hipopotasemia y alcalosis hipoclorémica. Una de las formas de reducir estos riesgos es limitar la ingesta de sodio.
En pacientes con grados avanzados de insuficiencia cardiaca e hiponatremia, debe limitarse la ingesta hídrica, ya que la hiponatremia es en parte dilucional debido al exceso de producción de arginina-vasopresina (hormona antidiurética), que exacerba el sentimiento de sed.