Las arritmias cardiacas son frecuentes en los pacientes con insuficiencia cardiaca; es más, cerca del 50 % de las muertes de estos pacientes son súbitas, y probablemente de origen arrítmico. Sin embargo, el empleo de fármacos antiarrítmicos aumenta, por lo general, la mortalidad.
En caso de arritmias sintomáticas pueden ser apropiados los betabloqueantes (que seguramente el paciente toma por otras razones); la amiodarona ha demostrado ser el único agente que no incrementa la mortalidad, si bien es inferior a la implantación de un desfibrilador automático para prevenir la muerte súbita.