Para el diagnóstico de la fiebre reumática se manejan los criterios de Jones. Se requieren dos criterios mayores, o uno mayor más dos menores, y la evidencia de infección estreptocócica.
- Artritis: requiere que se vean afectadas dos articulaciones como mínimo y que haya signos inflamatorios. Afecta más a las grandes articulaciones de los miembros de forma migratoria.
- Carditis: muchos enfermos con fiebre reumática sufren carditis asintomática, que es la causa más frecuente de que no se diagnostique fiebre reumática. En ocasiones, puede producir insuficiencia cardiaca. Los hallazgos más frecuentes son soplos de insuficiencia mitral y aórtica, cardiomegalia y roce pericárdico.
- Corea: corea menor, de Sydenham, o baile de San Vito. Movimientos incoordinados de grandes grupos musculares. Aparece tras un periodo de tiempo más largo después de la infección, por lo que pueden faltar los datos de infección o inflamación aguda. Se acompaña de inestabilidad emocional.
- Nódulos subcutáneos: indoloros, del tamaño de un guisante, se localizan en la superficie de flexión de las articulaciones.
- Eritema marginado: en el tronco, con centro claro y distribución periférica.
Los criterios menores son inespecíficos. La demostración de infección previa suele descansar en la detección de títulos elevados o crecientes de antiestreptolisina 0 (más de 250 o 333 U Todd en adultos/niños). En casos de corea, pueden emplearse otras pruebas como antiDNAsa B, antihialuronidasa, antiestreptozima o un test rápido de antígeno frente a carbohidratos estreptocócicos del grupo A.
La aparición, años más tarde, del proceso agudo de una valvulopatía reumática crónica depende de varios factores:
- Duración y severidad de la inflamación reumática.
- Cuantía del proceso cicatricial.
- Localización y severidad de la alteración hemodinámica.
- Recurrencia de brotes de carditis.
- Progresión de calcificación y esclerosis valvular como fenómeno secundario a la deformidad inicial.