Cuando a finales del siglo pasado se introdujo la angioplastia coronaria, no faltaron voces que predijeron el fin próximo de la cirugía coronaria. El debate se reabre ahora, con las nuevas técnicas que permiten implantar una válvula aórtica sin necesidad de cirugía. Inicialmente, el reemplazo valvular aórtico percutáneo, o TAVI por sus siglas en inglés, se limitó a enfermos inoperables; pero progresivamente, a medida que se iban constatando sus buenos resultados, se ha ido ampliando a pacientes con grados variables de riesgo quirúrgico. Es evidente que esta técnica supone una menor agresión para el paciente y que, en numerosos casos, goza también de sus preferencias. ¿Por qué no terminar aplicándola, pues, a todos los casos de estenosis aórtica severa? Una de las razones es la falta de datos sobre la durabilidad a largo plazo de las válvulas implantadas por vía percutánea. Comenzamos ahora a recibir esos datos.
El pasado año se publicó el análisis de una serie de pacientes que recibieron estas prótesis, mostrando una tasa de degeneración de la válvula cercana al 15% a los siete años. Esta tasa es ligeramente superior a la esperada en las prótesis valvulares implantadas por vía quirúrgica, aunque hay que tener en cuenta que la población de pacientes es muy peculiar, con avanzada edad y numerosas comorbilidades, y que se refiere a los primeros modelos de bioprótesis que han sido sustituidas en la actualidad por modelos más avanzados. Habrá que esperar, por tanto, a tener más datos y más tiempo de observación. Pero, mientras, podemos aventurar que, al igual que la angioplastia y el implante de stents no ha terminado con la cirugía coronaria, es difícil que las TAVIs, o las nuevas prótesis mitrales o tricúspides que se empieza a implantar por vía percutánea, lo hagan con la cirugía valvular. Eso sí, la cirugía se irá desplazando hacia técnicas distintas, sobre todo de reparación en vez de reemplazo, y en una población diferente de enfermos.
Eduardo de Teresa es Catedrático Emérito de Cardiología, Universidad de Málaga. Director de la Cátedra de Terapias Avanzadas en Terapia Cardiovascular de la Universidad de Málaga.