Vaya por delante que objeto la mayor; no estoy de acuerdo con el término “Medicina Basada en la Evidencia”, que es una mala traducción del inglés. En ese idioma, evidence tiene menor fuerza que en el nuestro, pues significa prueba o, en un sentido más concreto, datos objetivos. Sin embargo en español ¿quién se va a atrever a objetar algo que es evidente? Por eso a veces oye uno cosas poco sensatas; como por ejemplo: “No es ético no aplicar este tratamiento, o esta prueba, pues las Guías demuestran que es mejor”.
Imaginemos que nos queremos comprar un coche y los ensayos clínicos –o el equivalente en esos casos, que seguro que existe– demuestran que el modelo más avanzado de Mercedes es mejor que una berlina de una modesta marca coreana que, para lo que yo lo quiero, y sin exceder los límites de velocidad, me va a dar las mismas prestaciones (aunque, eso sí, a un precio siete veces menor). ¿Alguien me va a decir que no es ético no comprar el Mercedes? El problema no es ese, sino si tengo dinero para pagarlo. Puestos en ese plan, a lo mejor lo que no es ético es comprar el Mercedes y no poder pagar la hipoteca de la casa. Porque cuando los recursos son limitados, como sucede en la Sanidad, el coste de oportunidad cuenta. Lo que gasto aquí lo hago a expensas de no gastarlo allá.
Por eso hay que adoptar siempre la visión general y no dejarse manipular por ciertas evidencias, detrás de las cuales a veces existen intereses comerciales; en definitiva, casi siempre lo mejor es enemigo de lo bueno.
Eduardo de Teresa es Catedrático Emérito de Cardiología, Universidad de Málaga. Director de la Cátedra de Terapias Avanzadas en Terapia Cardiovascular de la Universidad de Málaga.