Hace algo más de veinte años una serie de artículos del grupo de Piero Anversa, en Nueva York, y otros, desencadenaron un inusitado entusiasmo sobre la posibilidad de regenerar el miocardio necrosado mediante células progenitoras pluripotentes. En este tiempo se han publicado numerosísimos artículos, muchos de ellos clínicos, con metodologías muy diversas, pero seguimos sin tener claro si esto sirve para algo o no. En todo caso, ninguno de estos abordajes está recogido en las Guías de Práctica Clínica de las distintas sociedades científicas.
¿Qué ha pasado? Quizá hubo demasiada precipitación a la hora de trasladar a la clínica terapias sin el suficiente soporte experimental previo; quizá ha habido excesiva dispersión con respecto al tipo de células, el tipo de pacientes, la forma de abordaje, el tiempo de administración…, lo que ha impedido poder obtener metanálisis fiables. Pero además se ha despertado una cierta desconfianza.
El estudio DAMASCENE, publicado hace unos años, analizó la relación entre los resultados de los distintos ensayos y el número de discrepancias, reflejo de su coherencia interna. Y el resultado sugería que cuanto más fiable era el estudio (menos discrepancias), más probable es que los resultados fueran nulos; y, a la inversa, los estudios menos fiables mostraban resultados muy positivos.
Y, para generar aún más dudas, en 2018 Harvard, donde entonces trabajaba Anversa, decidió retirar más de treinta publicaciones de este y su grupo por contener datos falsos, erróneos o duplicados. Con todo esto hemos llegado a una situación de pausa teñida de escepticismo en la investigación en este campo que, sin embargo, sigue siendo prometedor; aunque quizá en el futuro haya que orientarlo en otra dirección. Pero de eso, como diría Michael Ende, hablaremos en otro momento.
Eduardo de Teresa es Catedrático Emérito de Cardiología, Universidad de Málaga. Director de la Cátedra de Terapias Avanzadas en Terapia Cardiovascular de la Universidad de Málaga.